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Cooperativistas auríferos depredadores de bosques y del medio ambiente

Los ríos en Bolivia están exageradamente contaminados por el mercurio que usan en la explotación de oro las cooperativas y sindicatos, para satisfacer las necesidades de los socios y/o afiliados. Sin embargo, en muchos casos son empresas transnacionales encubiertas que logran altas ganancias. Para la explotación del oro, se deforestan o degradan grandes áreas de bosques en todo el territorio boliviano.

En las cuencas forestales se encuentran minerales como el oro, el cobre, el cobalto y el níquel, así como las denominadas tierras raras (nombre común de 17 elementos químicos). La cuenca del Amazonas los ríos Beni y Madre de Dios, y sus afluentes, así como los bosques y zonas mineras en Chuquisaca, Cochabamba, Beni, La Paz, Oruro, Pando, Potosí y Santa Cruz, se ven fuertemente afectados por las actividades mineras.

La minería provoca dos tipos de impactos: Impactos directos y específicos: destrucción del suelo, deforestación y contaminación ambiental causada por la actividad extractiva. Impactos indirectos, difundidos por toda la zona de extracción: la construcción de infraestructuras de transporte y de producción de energía, así como la llegada de población a una zona antes escasamente poblada, con las consecuencias de la tala de tierras para la agricultura de subsistencia, el aumento de la caza y el uso de madera y leña.

La investigación realizada por la Central de Pueblos Indígenas de La Paz indica que la minería tiene un impacto importante en las poblaciones locales, a menudo pueblos indígenas: fragmentación de su territorio, contaminación con mercurio, disminución de los recursos de caza y fuego, violencia e incluso conflictos locales. Dicho estudio se realizó a 302 personas de 36 comunidades nativas de los pueblos Ese Ejjas, Tsimanes, Mosetenes, Leco, Uchupiamona y Tacana.

La minería ilegal opera con total impunidad, impactando el medio ambiente, destruyendo ecosistemas de forma irreversible y poniendo en peligro a poblaciones enteras y el ecosistema asociado a través de la eliminación de vegetación y cobertura del suelo, el desplazamiento de vida silvestre, la liberación de contaminantes y la generación de ruido.

El Estado boliviano firmó en 2013 el Convenio de Minamata, un acuerdo internacional que regula el impacto del mercurio en la salud y el medioambiente, y lo puso en vigencia en agosto de 2017. Un acuerdo que Bolivia no hizo nada y menos acerca de la minería aurífera, que es la principal actividad que emplea el mercurio en su cadena productiva.

Las cooperativas en general están obligadas al cumplimiento de las leyes sociales vigentes permiten a las personas tomar el control de su futuro económico y, al no ser propiedad de accionistas, los beneficios económicos y sociales de su actividad permanecen en las comunidades donde están establecidas. Los beneficios generados se reinvierten en la empresa o se devuelven a los miembros. Contrariamente con su fin social las cooperativas auríferas en Bolivia funcionan como empresas que explotan a sus trabajadores, además por las técnicas de explotación y procesamiento más utilizadas en las minas no han cambiado desde hace más de un siglo.

J. Waldo Panozo Meneces

Policía – Politólogo