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Deshonra, inmoralidad militar y policial en la política partidista de Bolivia

Es convicción muy difundida entre la gran mayoría de los investigadores sociales y politólogos que el terreno propicio para el modelo hibrido comunitario-pluricultural es la inseguridad ciudadana, la inseguridad jurídica y la injusticia social, que de sus raíces se alimenta el autoritarismo político. Las pruebas acumuladas en el último Congreso político del MAS-IPSP en Cochabamba parecerían validar esta creencia.

La participación descarada de las Fuerzas Armadas y de la Policía Boliviana representados por efectivos de alto rango pertenecientes al Estado Mayor, cuando aún era concebida en la imaginación de la ciudadanía, la confianza institucional sobre la apoliticidad en la participación político-partidista, sabía cuán grande era la devoción del pueblo boliviano a la idea de independencia nacional, con imparcialidad política en la ética y la moral uniformada y, por tanto, el pasado inmediato no pueden ser descartados con la calificación de error histórico.

Empero, la verdad era que el gobierno y el partido a los que sus miembros en actual servicio en la administración del Estado, acaban de calificar como cuna contra el imperialismo y la descolonización boliviana estaban, al tiempo de su nacimiento, convencidos exactamente de que así era: de que el nacimiento de esta República en el Estado Plurinacional era un error histórico. Los documentos y los errores que se encuentran en la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia dan elocuente testimonio de ello. En su oposición a una verdadera lucha y control contra la criminalidad generalizada para dar calidad de vida a los estantes y habitantes, por el crecimiento de la industria del narcotráfico y la proliferación de los cultivos de coca, la multitudinaria sociedad honesta del país repetidamente atacan al gobierno nacional manifestando que era un Estado creado por las fuerzas cocaleras, pero ahora sí está claro que también se encuentra fortalecida, resguardada y garantizada en sus intereses e intenciones por las Fuerzas Armadas y la Policía Boliviana, producto de los intereses sectarios y grupos de dudosa actividades, títeres del vandalismo, un Estado artificial que nunca debiera haber sido creado. Si un dirigente «masista», inmediatamente después del primer escándalo de narcotráfico que enlodo a algunos de los dirigentes del partido de gobierno, hubiera atribuido a la inseguridad ciudadana, o a los interés políticos el haber dado lugar a la proliferación del narcotráfico en todo el Estado nacional, hubiera sido seguramente calificado de imperialista, o peor, de racista oligárquico.

Ciertamente, cuando otro ex dirigente masista, develo las fracturas internas y la corrupción inundada en las esferas de gobierno, desde un punto de vista distinto al de la «verdad actual», no vaciló en afirmar que la fundación de la República tenía carácter burgués e imperialista.

Aunque carezca de mayor importancia esta verificación de la verdad histórica, la confianza de la lucha contra el narcotráfico y la inseguridad ciudadana a cargo de la Policía y hoy fortalecida por la intervención de las Fuerzas Armadas, lucharan contra el narcotráfico y la erradicación de la hoja de coca no tradicional, acaso sirva ella de símbolo del desvergonzado engaño practicado por los masistas, ahora fortalecidos con la participación activa de los incorporados nuevos miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Boliviana al partido de gobierno MAS-IPSP, mientras maniobraban para apoderarse del gobierno, a fin de establecer eventualmente el totalitarismo en Bolivia.

Juan Waldo Panozo Meneces es Policía y Politólogo

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