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La deslealtad asesina por segunda vez a los policías en Bolivia

Recordar la masacre de policías en Chulumani (1979), el asesinato del Tte. Echalar (1982) hasta los asesinatos de tres policías en el Urubó (2022); Los asesinatos de policías por narcotraficantes nos hacen reflexionar, sobre el pasado neoliberal y el sistema populista actual no tienen diferencias; nos hace pensar y arrepentirnos a todos por nuestra culpa, por nuestros silencios, más no debemos pensar y arrepentirnos hasta que sea demasiado tarde. En el negocio del narcotráfico para políticos y policías corruptos nunca mostraron remordimiento por las muertes de policías. Estos actos criminales cometidos por delincuentes sin remordimiento, sin duda seguirán siendo puntos negros de nuestra historia nacional. El hermano mata al hermano, la madre mata a su hijo, el loco mata al inocente y el delincuente aniquila a la persona más noble del género humano: el policía honesto.

Hoy, nuestro dolor es aún mayor, estamos testificando el asesinato del Sgto. My. Eustaquio Olano, el Sgto. 2do Alfonso Chávez y del voluntario del GACIP, Daniel Candia, víctimas de la crueldad de sicarios sanguinarios con armamento de guerra. Y la tardanza en movilizarse de sus camaradas policías en su apoyo. Por esta razón llamamos “la deslealtad es el segundo asesinato de los policías”. Estamos en tiempos que, lamentablemente la convivencia con el mal se convirtió en una rutina diaria, se convirtió en una «joda», en una convivencia casi patológica y la seguridad, en una mera ilusión.

Son así las informaciones que brinda por los medios el Comandante General dando explicaciones técnicas y balísticas, con la mímica de las manos desesperadas al estilo mismo de los grandes ilusionistas, como para decir créanme respecto al capitán denunciado por supuesta complicidad y más aún como máximo comandante cuando dice desconocer sobre las actividades de Misael Nallar, indicando que eso solo sabe el comandante de la F.E.L.C.N. Hoy es difícil no percibir como completamente irresponsable la justificación del único que puede dar informaciones a los medios respecto a los crímenes en el Urubó, donde el cinismo aparece expresando: “fueron los dos prófugos que acribillaron a los policías”. Todas las autoridades oficialistas nos están acostumbrando a estos desvalores en el régimen del terror y esclavitud del pueblo a la sombra del narcotráfico. En esta situación solo podrán sobrevivir quiénes se alían al sistema de inseguridad y en constante zozobra. El sistema corrupto nos está quitando la vida a quiénes no pueden esclavizarnos.

Todos los ciudadanos honestos estamos desprotegidos, a merced con el “Jesús en la boca” para ocultar las actividades ilícitas que ostensiblemente se está pasando por todos los eslabones de la justicia a merced del gobierno populista del MAS-IPSP. Todos los ciudadanos honestos que denuncian corrupción son declarados como un peligroso enemigo del partido y del Estado Plurinacional.

A los ojos de la opinión pública esperemos que de una vez se develen los “narcoaudios” declarados por los fiscales en reserva por 20 días y “una verdadera investigación de estos últimos asesinatos a tres policías”, que no sea distorsionado, y seremos testigos de que la pandilla estatal que manejan los hilos de los derivados de la coca y de la corrupción quedará completamente expuesta.

J. Waldo Panozo Meneces

Policía – Politólogo