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GOLPE DE ESTADO Y DESOBEDIENCIA CIVIL

La acción planificada de los estrategas abogados, sociólogos, politólogos, hechiceros; brujos y yatiris para hacer creer a la ciudadanía y al mundo exterior que en noviembre de 2019 se habría gestado un «golpe de Estado» lo que vuelve a constituir otras acciones violentas luego del Golpe de Estado al 21-F y el fraude descomunal en las elecciones presidenciales de 2019 por el MAS-IPSP, mientras que el actual régimen del presidente Arce, demuestra que no son sino simples títeres, identificados con los encubridores de la corrupción y de los delitos cometidos en los casi 14 años de desgobierno de Evo Morales y García Linera.

El populismo del MAS-IPSP es, en Bolivia, un fenómeno que ha ido adquiriendo cada vez mayores proporciones, dramáticamente visibles en la mayoría de los casos y no tan visibles en otros, aunque no por eso menos graves deberán comprender de una vez por todas que no fue golpe de Estado. Golpe de Estado es: La conquista del poder en un Estado por un grupo minoritario de personas recurriendo a métodos inconstitucionales, impuestos por sorpresa y usando la fuerza generalmente del Ejercito y/o la Policía.

Este tipo de extremismo no ocurrió en Bolivia, El presidente Morales, renuncio, el vicepresidente García Linera huyo del país, y así sucesivamente la mayoría del entorno presidencial. En nuestro país hubo una reacción del entorno societario al quedar al descubierto la corrupción y el fraude electoral, de una u otra forma, aparece ligado al gobierno de Evo Morales. Esto alcanzó su máxima resonancia, en noviembre de 2019, por lo que hubo una «desobediencia civil». La desobediencia civil es una forma de resistencia pasiva, que radica en negarse a obedecer las leyes y juicios del orden civil. Su finalidad es llamar la atención de la opinión pública sobre el carácter perverso o injusto de las determinaciones de un gobierno con la expectativa de obtener la derogación o enmienda.

Muchos teóricos de las Ciencias Sociales ven a este modo de acción como una extensión de la democracia al permitir transmitir a la mayoría silenciosa cuando su funcionamiento es por una causa justa contra el abuso de poder. Sería, pues, un medio para regenerar la democracia y fortalecerla volviendo a sus principios fundamentales.

En lo atribuible a la violencia y el terrorismo de los activistas del MAS-IPSP, que ha causado la muerte a más de un centenar de personas civiles y policías en lo que va corrido de la presente década, los hechos de mayor significación han sido los asesinatos de los esposos Andrade, la quema de instalaciones policiales, amenaza a familiares de policías y otros. A ellos deben agregarse, últimamente, ejerciéndose la violencia psicológica y persecución política en contra de policías y militares que cumplieron con la defensa de la sociedad.

Si bien es muy difícil saber la magnitud de este modelo de ejercer la política utilizando la violencia y el terrorismo, persiste la impresión de que es importante, sobre todo retornar al «Estado de Derecho», además patrocinar en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, una condena específica a este tipo de violencia.

Nuevamente la ciudadanía se está viendo en la obligación de recurrir a cabildos, dada la porfiada negativa y el apatismo del presidente Arce a abrir un cauce de expresión política a las fuerzas democráticas, de lo contrario, tenderá a agudizarse y, por ende, la violencia será ejercida por los ciudadanos para combatirlo, con todos los medios que tenga a su alcance para demostrar nuevamente que en Bolivia no hubo golpe de Estado.

J. Waldo Panozo Meneces

Policía – Politólogo