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DE LA MASACRE DE TEREBINTO A LA TRAGEDIA DE LA CHIQUITANIA

El país está actualmente en una encrucijada: sin solución política no hay posibilidad económica. Evidentemente, la solución política está cada día más fuera del alcance de los bolivianos de buena voluntad, e incluso de los llamados “clase política”. No existen en el sentido original del concepto, ya que son de una mutabilidad incomprensible en el que predomina los intereses egoístas.

Para Bolivia, como para toda Sud América, los problemas fundamentales siguen siendo “la unidad y el desarrollo económico. No habrá para nuestros países solución política si no es librándonos de la politiquería preñada de intereses particulares y sectarios en que nos encontramos. Esta es una tarea que cada una de las 36 naciones en proceso de evaporación en particular debe emprender y cumplir en su propio ámbito, como parte de su propio proceso nacional. Ello no excluye, por supuesto, la acción en común en cuanto a enfrentar los problemas del subdesarrollo, que nos afectan en conjunto a pesar de las diferencias de grado de desenvolvimiento que se advierten entre las distintas regiones y aun en cuanto a la índole de sus particulares economías. En cuanto a la nación boliviana en conjunto, necesita una inmediata coincidencia de las fuerzas políticas, económicas, sociales, de las FF.AA. y de la Policía, en torno a un programa de legalidad para todos, es decir de efectiva democracia.

Lo acontecido con la “tragedia de la Chiquitania” y el discurso de los asentados “interculturales”: “…muertos nos van a sacar (de la Chiquitania)” es una prueba contundente que el “Proceso de Cambio” está reformulando la doctrina de la desigualdad racial en el marco del modelo “populista jacobino” imponiendo una ideología política, que enfatiza bajo el término de “revolución cultural”, de lo que es programático o normativo, que solo nos demuestra racismo en sentido estricto.

Aquí está ocurriendo lo mismo que en “Terebinto 1958”. Kreidler, relata: “Es verdad que cuando los asesinatos de Terebinto, donde fueron descuartizados, Pepe Cuéllar, Felipe Castro, Gabriel Candía y Romer Mercado, no intervenía como Ministro Guevara Arce, En esos acontecimientos que hoy se relata, sí que él era Ministro, y él quien mandó las tropas en son de conquista de un pueblo indefenso, a capturar a una juventud idealista, que no tenía otro pecado que seguir reclamando ante el gobierno sus legítimos derechos. Es verdad que todo el pueblo cruceño lo escuchó desde los balcones de la Prefectura manifestar en discurso desafiante y humillante que tenía cincuenta mil pasaportes listos para los cruceños que quieran irse a vivir al exterior”. Por otra parte Landívar corrobora este negro episodio racista, escribiendo: “—“¡Abajo el Pinto! ¡Mueran los cruceños! ¡Queremos sangre cruceña!, ¡Abajo Santa Cruz!, ¡Viva Ucureña!, ¡Que salgan los hijos cruceños!, ¡Mueran las cruceñas!, ¡Viva el M.N.R.!, ¡Viva Siles Zuazo!, ¡Muera Falange!”; Los calificativos dados a la mujer cruceña fueron canallescos y no se pueden repetir. Basta decir, que un anciano, don Santiago Ortiz, en el colmo de la indignación, no aguantó más y se enfrentó a los malvados y los increpó; Fue brutalmente golpeado con las culatas de los fusiles, y salvó la vida, gracias a la intervención de un joven oficial de ejército”.

La historia contra el pueblo de Santa Cruz se repite al paralelo con los intereses de los agroindustriales cruceños. La burguesía industrial del Oriente nació para servirse del Estado, muy diferente a la burguesía del Occidente, con intereses tan firmemente asentados para su provecho. Por eso tiene más impulso con el gobierno del MAS-IPSP. El proceso económico es empujado por las motivaciones políticas, pero también por los intereses particulares que el gobierno les otorgó para expandir su acción, producir más y tener más mercados, fuera del país.

Y de nuevo en el plano de las motivaciones: es inútil la explicación de estas cosas en motivos temperamentales, la raíz es otra, de lo contrario no se explicaría la reelección presidencial ilegal del binomio Evo – Álvaro, donde campesinos cocaleros considerados indolentes se han transformado en activos obreros de la política nacional apoyados por el incremento del narcotráfico, del contrabando y la corrupción. Para resolver nuestro agudo problema económico y político, es urgente ganar la legalidad, con un programa de desarrollo económico y de paz social.

J. Waldo Panozo Meneces

Policía – Politólogo