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DEJEN DE HACER POLÍTICA CON EL COVID-19

No se puede aventurar nada fehacientemente demostrable sobre cuál es el pensamiento íntimo de algunos de los protagonistas principales del «gobierno de transición» en torno a las políticas públicas y las autonomías departamentales. El significado de autonomía, deriva del griego autos, uno mismo y nomos, ley. En política, la autonomía es la posibilidad de que un país, grupo o comunidad administra libremente la parte predefinida de una entidad más grande gobernado por una autoridad central. Este derecho está limitado por la supervisión administrativa o constitucional del poder central. En el año 2015 se han realizado por segunda vez en la historia electoral boliviana elecciones para conformar gobiernos departamentales autonómicos (GAD), en aplicación de la nueva C.P.E. aprobada en 2009. De esta manera se consolidó un nuevo nivel de decisión política que se añade al viejo centralismo estatal, reconociendo a las autonomías departamentales y municipales que tienen una historia de más larga data en la relativa autonomía en la configuración de las fuerzas y los sistemas políticos en los distintos niveles de la organización política territorial subnacional. Ejemplo: la autonomía de las autoridades locales. La estructura de poder ha sido, y será, uno de los asuntos más debatidos, dentro y fuera del proceso. Se sabe con certeza, sí, que personas influyentes en el Palacio Quemado, han manifestado dudas sobre la eficacia del esquema de poder. Pero esto no es nuevo. Esas mismas dudas afloraron, de tanto en tanto, durante el primer gabinete ministerial, sin que entonces el país se viera inundado de marejadas “de intereses personales y sectarios”.

Con todo, ¿es recurrente tema del centralismo de poder el que estuvo en el centro de la extraña situación vivida en 14 pasados años? Sí así fuera, los hechos fríos parecen indicar que, en esta primera instancia, dicha estructura ha sido ratificada, y que, comenzando con la declaratoria de la “cuarentena total obligatoria” en el país durante 14 días, ante la expansión del COVID-19, todos los factores de poder han proclamado su acuerdo con la misma. Quedan, sin embargo, otras circunstancias para analizar. En un cuadro tan peligroso para la salud y hasta con amenaza de “Toque de queda” sin haber tenido desde el inicio del gobierno “El principio de autoridad” surgen fenómenos sociales y económicos que pueden tener varios significados, según sea la evolución de los acontecimientos.

Es lo que últimamente se denomina “doble lectura” de un mismo hecho. Que pretenden no parecerse al anterior gobierno totalitario, pero desconocen la existencia de los gobiernos departamentales y municipales; como en el caso de Cochabamba con una gobernadora timorata que no quiere reconocer el estado lamentable de la pésima estructura de salud que dejo el gobierno del MAS-IPSP y de un alcalde municipal de quien desconfían por haber tenido sus negociados con “mochilas chinas”. De esta manera demuestran que no practican la desconcentración de responsabilidades en esta lucha contra el COVID-19. Mostrando por todos los medios cual fuere campaña política únicamente las imágenes que ya cansan de la presidente, los ministros: de salud, gobierno y defensa como los “Avengers criollos”.

Varios observadores “leen” de esta manera los acontecimientos. La real o presunta existencia de intereses mezquinos en la cúpula del poder, favorecería a la campaña con miras a las elecciones nacionales. Quienes pensamos de otra manera, aseguramos que se trata de una campaña política aprovechando tan delicada situación, si bien casi todo es posible en política, no es razonable imaginar que únicamente buscan sus intereses egoístas para favorecer al supuesto gobierno de transición.

J. Waldo Panozo Meneces

Policía – Politólogo