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Arce Catacora heredero del detestable «culto a la personalidad»

Sí, “había un culto a la personalidad, pero también había una personalidad ignara y pervertido; ahora también hay otra personalidad heredera del mismo MAS-IPSP”. “El culto a la personalidad” es una maniobra de propaganda política basada en la exaltación de las virtudes —reales y/o imaginarias— del gobernante, líder, caudillos, así como la publicidad positivista de su imagen.

Los cultos a la personalidad se encuentran a menudo, según las “derechas”, en los “populismos” en los regímenes totalitarios. Sin embargo, la actitud es preponderante, como política de Estado, también, principalmente, en las llamadas “democracias progresistas”. Enalteciendo a alguien a la categoría de divinidad, es decir, divinizar a una persona por alguna circunstancia excepcional, en el que su presencia es suficiente para ser saludado y elogiado exhaustivamente. Tiene presencia garantizada en carteles, programas de televisión y pancartas publicitarias, o incluso en un perfil de una red social creando un círculo vicioso.

En esta etapa de crisis económica, de crisis política entre Arce y Evo, y desastres causados por las lluvias como el que estamos viviendo se crea un ambiente propicio para este tipo de actitudes, aumentaron las campañas publicitarias en las de redes nacionales de comunicación con grave daño al erario nacional, en esta etapa de austeridad. En esta guerra interna entre MASistas están exagerando, exaltando excesivamente e incluso con “invenciones” de cualidades al presidente Arce, que ni siquiera posee. La supuesta “ayuda” a los damnificados, eso “no es ayuda” porque no es con dinero de Arce; es una obligación del gobierno que se llama “asistencia” con el dinero de todos los bolivianos.

Con la desgracia de los damnificados están creando mitos y deidades, con frases elogiosas y hasta fantasiosas utilizando internet y sus redes sociales como instrumento. Lo cual encaja en el significado de la «Patocracia». La patocracia es un término acuñado por el psiquiatra polaco Lobaczewski, quién estudió a los psicópatas con este desorden mental, los cuales tienen una actitud de hipocresía y desprecio mostrada por las acciones como clase dirigente hacia los ciudadanos que dicen representar. Así, el culto destructivo a la personalidad establece la propia opinión como criterio incondicional de la verdad, exigiendo una sumisión ciega y la fe en la infalibilidad de la fuente de la “verdad”. Éste es el camino de sembrar ilusiones peligrosas que conducen a desastres sociales y personales. Además, enriqueciendo con el dinero del Estado únicamente a algunos empresarios privados propietarios de cadenas nacionales televisivos, escritos y orales.

Somos los ciudadanos quiénes debemos afrontar esto (la práctica del culto a la personalidad) de manera coherente. El hecho de que a un individuo se le conceda una posición destacada, desde el punto de vista mediático, no significa que sea mejor individualmente que otro. Los hombres dejan atrás las instituciones y los partidos permanecen, por mucho que la persona idolatrada se crea el principio y el fin, la historia ha demostrado y demuestran que no es así. Donde comienza la dictadura de una persona sobre otras, termina la verdad y la justicia y comienzan la mentira, los mitos y el abuso de poder.

J. Waldo Panozo Meneces

Policía – Politólogo