Policías de verdad/Policías de canicas
Un policía de verdad participa en la construcción de la comunidad y la prevención del delito. también se dedica un tiempo a la resolución proactiva de problemas, mantener a los ciudadanos seguros las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana. Los deberes del policía conllevan un gran riesgo, muchas personas persiguen una carrera como oficial de policía porque sienten una llamada moral a proteger y servir a los demás.
¡A los policías se les advirtió y no creyeron! ¡A los ciudadanos de a pie se les dijo …pero se rieron! Ahora ya no es un hecho aislado las canicas ya no son un juego de niños, las canicas son de terror ¡matan! En la urbe alteña la intervención policial dejo un estudiante muerto, varios heridos y más de una decena de detenidos, fue el amargo saldo del enfrentamiento con la UPEA.
El ministro de gobierno, responsabilizó a los universitarios e incluso a los que se encontraban en el domicilio donde lo socorrieron a Jonathan Quispe Vila. Hasta aquí los hechos y las consecuencias. No es el resultado final de un nuevo enfrentamiento con la institución policial, sino con algunos ‘policías de cachinas’ —violencia al que poco a poco y peligrosamente, el ciudadano se está acostumbrando—. La pregunta que se plantea sin embargo es si éstos son hechos aislados como algunos quieren hacer creer. Hay quienes aseguran que todo esto tiene connotaciones políticas del ‘imperio’, de la ‘ultra derecha’, de la ‘extrema derecha’ y/o de la ‘derecha’. Otros, con liviandad de juicio, siguen endilgando los sucesos a una “pequeña minoría”. A esta altura, la posición parece infantil y ni quienes la sustentan parecen convencidos.
A partir de los comandantes del año 2006 permitieron la ideologización interna del heterogéneo modelo MAS-IPSP —falangismo, terrorismo, indigenismo, jacobinismo, socialismo s. XXI, corrupción, contrabando, narcotráfico y cocaleros—. Para el año 2007 ya se distribuyó por cupos para los oficialistas de la Asamblea Plurinacional y del ejecutivo para el ingreso de postulantes a los institutos de formación profesional de la policía—ANAPOL y ESBAPOL— para sus familiares y allegados políticos. La penetración de la generación “Evo” en los cuadros policiales fue denunciada en los exámenes de ingreso a la Academia Nacional de Policías todos los años. La cuestión fue reiterada el pasado año con el agregado de nuevas y gravísimas acusaciones de estafa.
En el basamento ideológico del exministro de gobierno Moldiz afirmó en el programa dialogo de Panamericana: “la policía está en proceso de autonomización” “Por qué esa ruptura de mando entre lo policial y lo político”. ¿De lo que podemos deducir con el ultimo hecho de las canicas de la muerte que la “generación Evo de los policías tienen su propia autonomía”? Tendría lógica puesto que los oficiales de dicha generación estuvieran entre los grados de subtenientes y tenientes para ascender al grado de capitán. Lógicamente no todos comulgan con esta generación.
El caso de la muerte del universitario de la UPEA no debe concluir con la captura y presentación del supuesto culpable. Hubo en Bolivia quiénes sobrepusieron sus convicciones políticas a sus convicciones éticas y morales: hay un grupo de policías con todos los síntomas visibles e invisibles de una generación que sólo por intereses llegaron a vestir el “glorioso verde olivo”, que por su interés particular asumieron toda la grandeza del poder político que proclama el MAS-IPSP.
La policía por su parte circula por los carriles de opciones extremas. O absoluta y peligrosa pasividad (casos de corrupción de los políticos oficialistas) o tremenda y descontrolada represión (contra los que apoyan el 21-f). En ninguno de estos dos caminos se encuentra la solución ideal.
En Bolivia, donde aún están frescas las heridas que produjeron los sistemas para combatir la sublevación contra Gonzalo Sánchez de Lozada, la policía se encuentra en un callejón lleno de laberintos porque lleva sobre sus espaldas una pesada carga que, seguramente, le complica el manejo dentro de un sistema respetuoso de las libertades individuales. Es verdad que esos mismos policías han vivido la experiencia de llevarse detenidos a una docena de inadaptados masistas y a las pocas horas, por medio de un misterioso llamado, los masistas ganan la calle y hasta prometen “venganza”.
Ante esta corrupción del sistema, que no es nueva, sólo se pueden escuchar soluciones de fondo y no de superficie. Se hace imprescindible producir un impasse. Hacer una pausa o como diría Evo Morales: “parar la pelota”. Bolivia esta corroída por el cáncer de la corrupción y no se lo curará con mate de coca. Esto, así como está, NO VA MAS. No hay que esperar la próxima víctima para caer sobre el tema. Hay que agotarlo ya mismo. Haciendo valer el sentimiento de toda la ciudadanía y sin contemplar los muchos y fructíferos intereses que se mueven entre bambalinas.
Todos los interesados, dirigentes, autoridades, policía, ciudadanía, etcétera deben hacer un examen de afuera hacia adentro y con mente fría, para formar una comisión multipartidaria que estudie a fondo las soluciones factibles. Juntos, recapacitando sobre el pasado y el presente, se puede construir una nueva y sólida plataforma para que Bolivia vuelva a lo que nunca debió dejar de ser: un país pacifista, unido y democrático. Para lograrlo, de manera ineludible, se debe frenar los ánimos del continuismo totalitario y así enfriar los apasionamientos. Alguna solución debe existir, mientras no se conozca, arriesgar la vida con una canica en una legítima marcha de protesta no tiene sentido.
En pocas palabras, los oficiales de policía deben hacer conciencia de la profesión que abrazaron para mantener la ley y el orden: protegiendo a la ciudadanía y sus propiedades; y prevenir, detectar e investigar el crimen. Pero, por supuesto, es un trabajo mucho más complejo que dañar con canicas.
J. Waldo Panozo Meneces
Policía – Politólogo