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Los verdaderos policías ya no tenemos nada que perder, excepto nuestras cadenas

“Mejor un final miserable que una miseria sin fin” así sentencio Marx. Y este proverbio me trae a la mente que desaprovechamos los legados de nuestros veteranos superiores: Los bienes inmuebles (comandos cuarteles, comisarias) fueron expropiados a nombre del Ministerio de Gobierno; Perdimos la MUSEPOL con ello confiscaron nuestros ahorros privados del servicio activo y pasivo a nombre de la MUSERPOL que inscribió nuestro bienes a nombre del Ministerio de Gobierno ¿en la actualidad saben cuánto es su patrimonio?; Con fines políticos cercenaron las funciones policiales de Identificación Personal, administración de Licencias de Conducir y Policía Aduanera; Con la Ley 101 penalizaron el reglamento de faltas y contravenciones; El MAS-IPSP secuestro a la institución  con la Ley de Carrera de Generales y de ascensos de la Policía Art. 11°.- (Dependencia Orgánica y Mando Policial) “II. El Mando Policial, está conformado por las siguientes autoridades: 1. Ministra o Ministro de Gobierno; 2. Comandante General de la Policía Boliviana”. Nos colocaron nuevos símbolos, nos inculcaron leyendas grotescas en nuestra historia, nos cambiaron el uniforme y perdimos la dignidad. Ni que decir con la confiscación de los ahorros personalísimos de las AFP’s y nada dicen.

No creáis en las promesas de los políticos para la solución de vuestros problemas, ya que ellos son la causa. La caída de las reservas internacionales, el alto déficit fiscal, el crecimiento del gasto público, la escases del dólar, la caída de la calificación de riesgo del país, son indicadores que demuestran una “situación difícil” en la economía, ¿así porque seamos policías respetaran nuestros ahorros? Los problemas económicos y la última “Ley del Oro” nos demuestra que estamos en una situación difícil que está manteniendo en vilo a los bolivianos, merece que nos tomemos el tiempo de reflexionar seriamente sobre la situación en la que nos encontramos como parte del pueblo, sin haberlo deseado ni merecido, mientras la palabra “corrupción” está en boca de todos: podemos optar por cerrar los ojos, o tendremos que tener el coraje de hacer las tareas del hogar necesarias. Y la limpieza, como policías profesionales, sabemos que no vendrá de los políticos. Ellos, por el contrario —y por costumbre— preferirán barrer la basura y dejar debajo de la alfombra.

En Bolivia nunca triunfo una revolución sin participación de los policías. Los diputados supuestos opositores cometieron supuesto transfugio al votar a favor de la ley del oro. Aquí es donde la participación ciudadana puede cambiar las cosas. La gente está atrapada. Ya no sabe a dónde acudir. Incluso se podría pensar que está tan disgustada, esta “cabreada” porque descubre cada día las podredumbres de sus políticos.

Como policías que luchan “contra el mal por el bien de todos” no esperemos otras generaciones, igual de deprimidas y desilusionadas, nadie lo sabe por qué olvidamos tan rápido los ideales, la doctrina y por qué olvidamos tan rápido el significado de la libertad. Bolivia tuvo sus malos momentos, situaciones de crisis y malditos momentos de decepción, pero nunca duraron tanto. Bolivia está amenazada por la imposibilidad de superar su desgracia, está amenazada por la autodestrucción. Y para un policía de honor esto es lo mismo que convertirse en un monumento de vergüenza, de traición a la patria y a su institución en la historia de Bolivia.

J. Waldo Panozo Meneces

Policía – Politólogo