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LAS FUERZAS ARMADAS EN EL PROCESO DE CAMBIO

La defensa del Estado en los últimos catorce años, el cambio de paradigma es sorprendente porque asumieron servilmente el lema de quienes fueron enemigos e invasores a la soberanía del territorio boliviano: “Patria o Muerte…”. La vergonzosa generación “Evo” tuvo que absorber en pocos años una cierta cantidad de choques político-culturales que probablemente sacudirían muchas certezas. Aquellos que a han dedicado treinta o más años de su vida a la defensa de su país, ahora aceptan decir que la saciedad, en el desorden y sin preocupación por la integridad, es el “Proceso de Cambio” olvidándose de las fronteras (por las cuales murieron millones de nuestros civiles y soldados) ya no tienen lugar para ser, nuestro pasado es presentable solo reescrito a la luz de múltiples remordimientos, el conocimiento de nuestra historia es solo una novela fechada de tragedia nacional de decepción militar. Como el periodista brasileño Chiavenato; sentencia: “Bolívia, o país do Exército que perdeu todas as guerras contra o invasor, que roubou mais da metade do territorio. Mas que venceu todas as batalhas contra seu próprio povo, esmagando revoluções e revoltas com incrível violencia”.

A las Fuerzas Armadas en el Proceso de Cambio lo domesticaron a imagen y semejanza del “castrismo” e ideólogos venezolanos, asumiendo ser meros copiones del Comando Estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (CEOFANB) queriendo ser el máximo órgano de planificación, programación, dirección, ejecución y control estratégico operacional conjunto de las Fuerzas Armadas en el Estado Plurinacional. Para un país, la defensa es el conjunto de medios y acciones implementados para garantizar la seguridad e integridad del territorio y su población. Por trasnominación, la defensa es también el conjunto de organizaciones formadas por civiles y soldados que están a cargo de esta misión.

En Bolivia. La Constitución le otorga en el “Artículo 6°.- Las Fuerzas Armadas tienen por misión fundamental defender y conservar la independencia nacional, la seguridad y estabilidad de la República, el honor y soberanía nacional, asegurar el Imperio de la Constitución Política del Estado, garantizar la estabilidad del gobierno legalmente constituido y cooperar en el desarrollo integral del país”. Lo que constituye ser el garante de la C.P.E., pilar fundamental de la democracia, capacitados profesionalmente para garantizar la integridad del territorio y la protección de la población contra la agresión armada. Contribuye a la lucha contra otras amenazas que puedan poner en peligro la seguridad nacional.

Es la llave, el gran motor del Ejército; De ese gran centro se difunde a todos los soldados de la Patria las reglas de su régimen, de su disciplina, de su organización y las órdenes para sus operaciones. Aseguran el centro que deben converger todos los conocimientos, todos los datos, todos los detalles que puedan ser necesarios al comandante en jefe, sea para dirigir las operaciones militares, sea para establecer todo lo que importe a su mejoramiento y buena administración.

El comandante en jefe es el hombre que lleva sobre sus hombros la pirámide del actual Estado Mayor de las tres Fuerzas. Quienes tienen la obligación constitucional analizar estos catorce años de gobierno, pero agudizadas en las últimas semanas por el incumplimiento de los políticos a la C.P.E. y demás disposiciones legales, en esta necesidad deben formular un nuevo proyecta para la Nación. Las Fuerzas Armadas, indudablemente, fueron las sintetizadoras de las bases ideológicas sobre las que se asienta la propuesta global que encuadra la “República de Bolivia”.

Las Fuerzas Armadas tienen claramente fijados los objetivos finales del Proceso de Reorganización Nacional: la instauración de una verdadera democracia, auténticamente representativa, con plena vigencia de nuestros principios democráticos y republicanos tradicionales, con un verdadero y efectivo amor a la Patria.

Como epilogo recordarles que la profesión de las armas, ya sea que se ejerza en instituciones prestigiosas, élites o unidades más comunes, no es una profesión como las demás. Además, ¿no es más que una profesión? Más que ningún otro, implica claridad de objetivos y marcos de trabajo y lealtad en acción. ¿Quién es tu verdadero maestro? El interrogatorio de los Evangelios sigue siendo, ciento noventa y cuatro años después, extrañamente tópico entre un comportamiento de “servilismo politiquero” transgrediendo el compromiso basado en la aceptación del derramamiento de sangre para su patria, que por definición es única.

J. Waldo Panozo Meneces

Policía – Politólogo