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El fútbol, el totalitarismo mestizo y el MAS – IPSP

¡El futbol pasión de multitudes..! ¿Nuevo instrumento de poder político? Sí…, existe en la política, en el ambiente jurídico, en las artes, en el fútbol, en la prensa. Es caldo de cultivo para ella donde la autoridad política del MAS-IPSP pretende alcanzar hegemonía para la presidencia vitalicia, por contar con la capacidad de imponer a título de las mayorías. La característica del totalitarismo es la limitación del consenso participativo de las personas por un radical control estatal de todos los niveles estructurales de la vida privada y pública. Representado por una fusión completa entre Estado y sociedad, en la que el Estado se arroga una absoluta primacía sobre los derechos de los individuos y de los grupos intermedios de la sociedad. Dicho objetivo está en proceso para alcanzar las organizaciones que aglutinan gran cantidad de gente, como es el futbol, no serán demasiado difíciles de encontrar en ciertos ámbitos de los equipos de la Liga de Futbol boliviano.

En ningún momento se quiera confundir los procesos contra los principales dirigentes del fútbol nacional, medida que es aplaudida por propios y extraños, sin embargo es también el resultado de un trabajo de estrategia para alcanzar a copar la dirigencia, para obtener nuevos niveles de aceptación masiva de las personas. Se dio desde la aceptación a la dirigencia por un dirigente oficialista del Club Sport Boys, que estaba en quiebra y se rumorea que se está dilapidando en esa dineros de MUSERPOL; el Club Wilsterman del cual también uno de sus dirigentes es autoridad universitaria, a pesar que dice no ser oficialista, sin embargo trabajó y apoyó las campañas proselitistas ultimas, el Club The Strongest y recientemente el Club San José.

En el caso de la Federación de Futbol, será igual que con los problemas de la UMSS y de COMCIPO no se solucionaron los problemas, todo fue resultado de un manejo politiquero. El politiquero no tiene escrúpulos. Me indigna tener que haber aprendido a estar al lado de gente (politiqueros y muy pocos políticos) que le sale por los poros su incondicionalidad para conservar un puesto, gente que ha perdido la capacidad de indignarse ante los hechos del poderoso. El politiquero corrupto es aquel que al llegar a un puesto de poder no está viendo los intereses de los demás, sino el suyo propio. Los mismos que intervienen en actos de corrupción de fuerte repercusión social. A niveles altos hablamos ya de avaricia. Es la necesidad potenciada de toda la corporación oficialista de poseer y controlar cada vez más. Asumimos con permisividad la creencia de que así es el ser humano, pues a través de los siglos (herencia de la conquista, donde el conquistador, luego el cacique, podía violar, matar, robar sin que tuviera réplica) nos forjamos la idea de que el poderoso tiene derecho a hacer lo que le dé en gana impunemente.

Es difícil identificar al politiquero con el ser que todo lo hace en aras de conseguir amor y armonía en su vida. Es casi justificable no sentir piedad, y sí un gran disgusto, con los modos por los cuales la nueva forma de hacer politiquería para copar el poder total intenta encontrar su “éxtasis”. Y, según experiencias históricas, la indignación es sana: cuando ésta cesa, sobreviene el cinismo, otra forma de degradación. Pocos son los falsos políticos que pueden reconocerse como “limpios” en cuanto a grados alarmantes de corrupción. Un buen termómetro de ello podría ser la existencia de una prensa seria, no demasiado comprometida con el oficialismo, sea público o privado. Y en casi toda Bolivia existe por lo menos un medio para cada caso de estas características, que denuncia e intenta colaborar en poner coto a la impunidad. Pero en nuestro país donde la democracia todavía no termina de estirar las adormecidas piernas, los excesos (amarillistas en cuanto a prensa, barrocos en corrupción) todavía se exhiben sin dificultades. En estas condiciones estamos en los albores de un nuevo proceso de cambio en el Futbol.

Waldo Panozo Meneces

Politólogo; Docente Universitario

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