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Cuando las alimañas y otras especies vomitan lo que les sale de su boca

“El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas.”

(Bertolt Brecht). Los últimos días luego de los crímenes fruto del narcotráfico que se vienen por “cuarta docena” escuchamos y leemos a analistas, opinólogos, dirigentes, asambleístas cocaleros, alimañas y cucarachas opinar acerca de la institución policial y de la profesión policial.

El Estado, Las Fuerzas Armadas (FF.AA) y la Policía Boliviana son personas jurídicas de derecho público, son personas artificiales. Quiénes le dan vida, movimiento y dinámica son las personas. Al presidente lo elegimos en las urnas electorales y el nombramiento de las demás autoridades son potestad de las autoridades políticas. O sea, ni el Estado, ni las FF.AA., ni la institución policial son corruptas. Solemos identificar moralidad con ética, pero “moralidad” (inglés) es un concepto latino que se refiere a las acciones de las personas que se consideran moralmente correctas o incorrectas, mientras que el antiguo concepto griego de “ética” se relaciona con “ethos”, es decir, con el carácter especial de una persona relacionada con las normas de conducta socialmente aplicadas. Por lo tanto, es de interés no solo científico sino también político tratar de comprender la moral humana no a través de su genealogía histórico-cultural sino también a través de la evolución biológica de los actores morales: es decir, cómo evolucionaron y se manifestaron los estándares morales prehumanos de nuestra especie.

Un analfabeto político es tan estúpido que se enorgullece y se infla el pecho diciendo que odia la política creyendo que, tapándose los ojos, o incorporando el polígrafo no verán la corrupción. La corrupción es un gran mal en la vida política, estatal y social, en Bolivia. Las instituciones, nacionales departamentales y municipales, incluso las instituciones científicas y artísticas nacionales gracias al MAS-IPSP son focos de corrupción política.

La oligarquía gobernante, la cúpula, los dirigentes, los Senadores y Diputados del MAS-IPSP son los paladines de la corrupción. Quedan impunes por mucho que sean sorprendidos en el tráfico de drogas, por mucho que violen niños y/o adolescentes, por mucho que violen la Constitución y las disposiciones legales, por mucho que secuestren al Estado, a los Órganos del Estado y a las instituciones tutelares como la Policía Boliviana. En el que se castiga al intermediario, a cualquier policía, pero no a los verdaderos decrépitos políticos corruptos.

La corrupción es un mal tan grande que sociólogos, economistas, psicólogos y politólogos independientes la denominan el cáncer de la sociedad. Donde florece la corrupción, no puede haber democracia. De nada sirve hablar de lucha contra la corrupción, si no se crean las condiciones para la investigación de los bienes de los más altos cargos políticos y funcionarios estatales. La corrupción es tan poderosa que tapa la boca de los policías del servicio activo, a los del servicio pasivo y a la ciudadanía que se convirtieron en temerosos, tolerantes y conformistas para mirar como los políticos desmiembran, mutilan y destrozan una institución noble e histórica de la unidad nacional que deberían liderar la lucha contra la corrupción “contra el mal por el bien de todos”.

J. Waldo Panozo Meneces

Policía – Politólogo