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¿CAÍNES EN LA POLICÍA?

Los ajustes de cuenta, los oscuros vínculos del narcotráfico con la policía y las medidas sustitutivas al My. Muñoz imputado por la Fiscalía por complicidad en el delito de asesinato a dos de sus camaradas y un voluntario del GACIP. Nos obliga a relacionarlo con el pasaje bíblico de Caín, que está significativamente determinado por la insaciable codicia, la lealtad con sus superiores en grado y sus vínculos políticos que se convirtieron en una necesidad política partidista y económicamente aceptable.

La mayor parte de la historia de la corrupción al interior de la policía es la eterna historia de Caín que se repite. Porque, Caín no abandonó su actividad, matando, en lo más mínimo, simplemente desarrolló nuevas formas y técnicas de camuflaje. Y esto lo saben quiénes son testigos mudos de aquellos que se desenvuelven entre los «códigos informales» ¿Sera que desconocen los comandantes? Es de conocimiento general que los comandantes reciben la información completa de todos los “grupos de inteligencia”; además que tienen también información de primera mano de sus “allegados” (alcahuetes), de lo que se desprende que los “comandantes”, pecan por incumplimiento de funciones, de la traición a la misión de la defensa de la sociedad, de torcer el mal en bien, es decir, las ideas asesinas en ideas de justicia, que completa la historia del mal eternamente arraigado con la historia de luchar por el bien. Siendo policía y/o “servidor público” administradores del Estado este punto es más crucial, cuando la codicia consciente e inconsciente se convierte en una necesidad sistemática, para luchar contra un enemigo que se interpone en su camino hacia sus derroteros de fortuna.

Mientras tanto, los operativos antidrogas dirigidos y controlados por el ministro Del Castillo y el viceministro Mamani (involucrado Caso “narcoaudios” junto a otros altos jefes policiales); policías que hacen desaparecer 800 kilos de cocaína en las narices del ministro de gobierno, policías atracadores, policías chuteros y la supuesta vinculación con el “Cartel de los Soles” del excomandante, dan a entender que existe una elite delictiva político-policial que involucra a fiscales, jueces, abogados, para encubrir y sembrar pruebas. Mientras que, a los subalternos honrados, ejemplo ideal de la lucha contra el crimen, pero también víctimas de la libertad de expresión los tienen amenazados con cambios de destino. Para los policías “corruptos” no existe, ni se someten a la Ley 101 (del Régimen Disciplinario de la Policía Boliviana) ¿Algún momento saldrá a la luz la verdad de los hechos de las investigaciones (encubrimientos) que hace la Fiscalía? Estos políticos sin escrúpulos y los últimos comandantes del «Proceso de Cambio» deberán tomar en cuenta que el poder político no es eterno, la verdadera justicia demora, pero nunca olvida.

Estas grandes impunidades, se dan a vista y paciencia de todos, quieren convencer a la gente que trabajan por el bien y la seguridad de la sociedad. Las cosas que están haciendo, en realidad parece las series del narcotraficante “Pablo Escobar”, mientras están allí para luchar por el incremento del cultivo de coca y de sus derivados. Este es el modelo vergonzoso de un partido ennegrecido por sus vínculos con el “crimen internacional” en tres votaciones consecutivas, que solo oscurece, oscurece, a la propia Bolivia, cada vez que hablan de lucha contra la corrupción, el contrabando y el narcotráfico.

J. Waldo Panozo Meneces

Policía – Politólogo