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Ni kharas, ni los tharas… ¡LOS CHOLOS POLÍTICOS!

Los síntomas del declive político están a nuestro alrededor hoy, igual que ayer: corrupción, degeneración social, desigualdad social, envejecimiento de la población, comportamiento antisocial. ¿Pero qué ha salido mal? La respuesta, está en el marco dentro del cual una sociedad puede florecer o fracasar, sin embargo hemos degenerado. “Estudiando la revolución argentina y, por ende, la americana, Echeverría clasifica las clases en la siguiente forma: “La sociedad americana –dice– estaba dividida en tres clases opuestas en intereses, sin vínculo alguno de sociabilidad moral y política”. “Componían la primera los togados, el clero y los mandones; la segunda los enriquecidos por el monopolio y el capricho de la fortuna; la tercera los villanos, llamados ‘gauchos’ y ‘compadritos’ en el Río de la Plata, ‘cholos’ en el Perú, ‘rotos’ en Chile, ‘léperos’ en México” (Mariátegui1984: 67). En Bolivia se lo describe como: “El cholo político, militar, diplomático, legislador, abogado о cura, jamás у en ningún momento turba su conciencia preguntándose si un acto es о no moral, entendiéndose por moral, «la armonía de actividades en vista del bienestar general» —según la concepción positivista—, porque únicamente piensa en si у sólo para satisfacer sus anhelos de gloriola, riqueza у honores a costa de cualesquiera principios, por sobre toda consideración, ferozmente egoísta e incomprensivo” (Arguedas 1979: 58). “¿Quién hace у deshace las leyes absurdas, en las que a cada paso tenemos que enredarnos? ¿Quién emponzoña la atmosfera con la politiquería у el patrioterismo? ¿Quién dilapida los dineros públicos en ostentosos fandangos democráticos? ¿Quién desfigura el sentido común у da al traste con el buen gusto? ¿Quién…?” “—El cholo letrado —me interrumpe triunfante el lector—, siempre el cholo” (Bedregal 1959: 134). Y hasta nos dan las tipologías: “El cholo es fanático en religión, como lo es en política: pero en religión es tan ignorante como en lo otro. Adora las efigies de yeso, cartón o estuco, como símbolo de fe, virtud y bienaventuranza: venera al Candidato, al Subprefecto y al Intendente, como a personificaciones del civismo, la cultura nacional y la patria. Esto no le impide, de vez y cuando la ocasión es de provecho para él, renegar de sus santos y anatematizar a sus candidatos. La deslealtad es el lema de todos los actos de su vida” (Jáuregui 1925: 231). “El proceso del acholamiento del dirigente indio es lo peor que ha acontecido en Bolivia desde la Reforma Agraria. Es el más grande mal, porque al indio le ha inducido у le ha enseñado A NO TRABAJAR, a no rendir, a vivir del trabajo ajeno. El indio acholado es un zángano más de la sociedad. El dirigente indio, ahora tiene sus manos delicadas у suaves, como las de una dama burguesa, e igual que ella luce en sus dedos alhajas de oro de 24 quilates у реdrería preciosa de miles de dólares americanos. Antes de ser cholo, el indio trabajaba, vestía у comía, como los demás indios; ahora que dejando su poncho у su ojota se nos ha disfrazado de “caballero”, cargando encima casimir у zapato inglés, YA NO TRABAJA… (Reinaga 1964: 139-40).

¡Estúpida y extraña generación política! Hoy, la línea del frente espiritual-ideológico-político no es entre la derecha y la izquierda, ni entre comunistas y capitalistas, ¡sino entre la normalidad y el encubrimiento! Estamos dirigidos por una “élite” completamente incompetente, estúpida, corrupta, inmoral e irresponsable. Creo que hoy, más que ayer, la política —en el sentido más noble y más amplio— debería ser relanzada para que los mejores (incluso) vuelvan a involucrarse en ella ¡Al que le caiga el guante que se lo chante!

J. Waldo Panozo Meneces

Policía – Politólogo