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El terrorismo de Estado del MAS-IPSP

El «terrorismo de Estado» es un concepto tan debatido como el terrorismo mismo. El terrorismo a menudo, aunque no siempre, se define en términos de cuatro características: 1. Amenaza o uso de violencia; 2. Objetivo político; el deseo de convulsionar el ambiente de paz y tranquilidad; 3. La intención de sembrar el miedo a la mayoría de los ciudadanos y 4. Ataque intencional de civiles. Es este último elemento, dirigido a ciudadanos inocentes, el que se destaca en los esfuerzos por distinguir el terrorismo de Estado de otras formas de violencia estatal.

En Latinoamérica desde fines del siglo pasado, los Estados autoritarios involucrados sistemáticamente en el uso de la violencia y versiones extremas de la amenaza contra sus propios civiles fueron un ejemplo de las premisas del terrorismo de Estado. Cuba de los Castro, Venezuela de Chávez y Maduro, Nicaragua de Ortega, y Bolivia de Morales y Arce podemos citar como casos coyunturales históricos de terrorismo de Estado.

En tales escenarios, el miedo es una característica principal de la acción social; se caracteriza por la incapacidad de los actores sociales (personas) para advertir las consecuencias de su comportamiento desde las instituciones fundamentales de una manera arbitraria e inhumana. Incluso en pleno receso judicial.

Sin embargo, muchos dirían que las democracias también son capaces de terrorismo. Pero a partir de ser gobiernos supuestamente democráticos (a pesar del fraude electoral) elegidos con importantes salvaguardias contra las violaciones de los derechos civiles de sus ciudadanos. Sin embargo, durante muchos años, somos testigos de una forma de terrorismo contra la población y los denominados opositores políticos. El gobierno de Bolivia articula el terrorismo desde sus aliados Irán, Rusia, China y otros. Como también apoya a los regímenes represivos en Sudamérica, cuyos gobiernos aterrorizan a sus ciudadanos para mantener el poder.

La evidencia anecdótica sugiere, entonces, distinguir entre los objetos de las formas democráticas, autoritarios y totalitarios de terrorismo de Estado. Los regímenes democráticos pueden fomentar el terrorismo de Estado de la población fuera de sus fronteras o ser percibidos como extranjeros. No aterrorizan a su propia población; en cierto sentido, no pueden, porque un régimen basado en la opresión genuina de la mayoría de los ciudadanos (y no solo de algunos) deja de ser democrático. Las dictaduras aterrorizan a su propia gente como lo que está ocurriendo en el Departamento de Potosí.

El terrorismo de Estado es un término perversamente escurridizo, en su mayor parte, porque establece que ellos mismos tienen el poder de identificarlos operativamente. A diferencia de los grupos no estatales, los Estados tienen el poder legislativo para decir qué es el terrorismo y establecer las consecuencias de la definición; tienen el poder a su disposición; y pueden ordenar el uso legítimo de la violencia de muchas formas que los civiles no pueden. Los grupos insurgentes o terroristas (milicias) son el único lenguaje que tienen a su disposición: podemos denominarlos “terrorismo” a la violencia actual que ejerce el gobierno del MAS-IPSP en Bolivia.

J. Waldo Panozo Meneces

Policía – Politólogo