¡YO QUIERO SER PRESIDENTE!
Ya no debe sorprendernos, en la Bolivia Plurinacional del MAS-IPSP, muchos, muchísimos se consideran presidenciables. Justificando que no tienen ambiciones y agendas personales, sino que —debido que a la Bolivia republicana la llevaron al desastre— todos queremos ser salvadores en medio de los tormentosos acontecimientos.
Desde la ascensión al gobierno de un sujeto que se arrogaba de “indígena” con corte de cabello clerical, nariz aguileña, ignorante que sobrevive a escándalos, perversiones sexuales y de corrupción, típico de un “cholo” ¡muchos se consideran presidenciables! Desde la Ciencia Política, el trabajo de un “presidente” es administrar el país, dar direcciones para la mejora de los sectores que son competencia del gobierno y controlar el desempeño de sus ministros. También pensamos que el trabajo de los ministros es mejorar los servicios de sus ministerios y hacerlos lo más eficientes posible. Para los parlamentarios, la creencia común es que su trabajo es escudriñar al gobierno, plantear cuestiones a sus electores y votar a favor o en contra de las leyes. Pero la creencia común es errónea.
Nunca veremos a un político más feliz que el día de su elección y nunca veremos a un político más triste que el día de una elección que lo deja sin escaños. Porque ese día, el de las elecciones, es el día en el que se ve si el político hizo bien o no su trabajo. El resto, como la gobernanza, el control o la legislación, son sólo herramientas que los políticos pueden utilizar si creen que les ayudarán en su trabajo, o ignorarlas por completo si creen que dificultan su trabajo.
Quienes se consideran presidenciables tienen que tomar en cuenta que en política no es como en el futbol que por ser simpáticos, tener buen discurso, salir en TikTok y otras Redes Sociales, o por tener un lenguaje “craso” le convocaran a un partidos político o agrupación ciudadana, sólo en el futbol se trata de un acuerdo que prevé el pase de un jugador de un equipo a otro durante una temporada. Una última cosa que siempre debemos tener en cuenta es que, al igual que en la competencia de coches ¡quien no tienen coche, no corre! Y, de hecho, en Bolivia hacer política es un buen negocio, sujetos a recuperar lo invertido en las campañas, independientemente del éxito general de su partido.
Con el actual sistema de partidos y organizaciones políticas, los únicos que tienen oportunidad son los “políticos crónicos” que tienen dinero, diseñados para colocar obstáculos y barreras insuperables a cualquier nuevo líder. Y así, los presidenciables que no tienen dinero para invertir que pregonan por el bien común, aparecen como servidores incansables del interés público. Lo mismo y lo mismo ¡Sin alterar! ¡Sin dinero están arando en el desierto! Todo el pastel. El establishment se está protegiendo.
Es dura la realidad con el sistema político que tenemos. Cuando en realidad no deberíamos buscar formuladores de políticas, sino personas autorizadas para producir políticas públicas. Necesitamos conciudadanos reconocidos y con impacto en su ámbito profesional. Queremos mentes frescas y no políticos crónicos. Extrañamos a algunos que fueron buenos.
J. Waldo Panozo Meneces
Policía – Politólogo