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Sensacionalistas operativos al narcotráfico sin resultados

Diversos análisis y enfoques se pueden leer acerca de las “operaciones antinarcóticos”, pero muchas veces los medios descuidan dos elementos muy importantes y nada secundarios para comprender lo que está pasando: el narcotráfico y el contrabando. De hecho, se convirtieron en dos recursos económico financieros que afectan directa o indirectamente a todo el mundo y que juegan un papel primordial para entender lo que ocurre en Bolivia. En el mundo globalizado actual, la denominada “globalización sin rostro humano”, la economía criminal es uno de los pilares. Mucho peor aún desde que la policía paso a ser un apéndice partidista del gobierno combinada con una relajación en el control del Ministerio público y el Órgano judicial que hacen poco para reducir el papel de la economía ligada a las drogas y el contrabando en las transacciones internacionales y por lo tanto globales.

Bolivia, conocida por la producción de hoja de coca, está plagada de criminales extranjeros y nacionales en el que algunos policías por iniciativa propia están librando una batalla perdida contra las «líneas» ligadas a los cárteles de la droga. El vínculo ilegal entre políticos y narcotraficantes impacta en la vida cotidiana de los ciudadanos y promueve en ellas estrategias y rutinas de supervivencia. Además, el accionar policial en estas zonas no se limita únicamente a evitar la intervención ante casos de delincuencia, sino que al mismo tiempo establece un mecanismo de protección hacia quienes actúan fuera de la ley.

Durante años el gobierno finge no ver lo que está pasando con este negocio. También ha habido casos en los que las estructuras estatales cooperaron con las personas que cultivan coca y la industrializan. Ahí es cuando se volvió peligroso. 

Los grupos criminales se han fortalecido más en los últimos 15 años que también ha habido un nuevo desarrollo: la marihuana ha entrado en el negocio del narcotráfico. Porque hoy en día la policía controlada por algunos políticos oficialistas las operaciones contra el narcotráfico están arreglados, aunque no hay evidencia empírica, pero presumimos que es por ello que no caen los denominados peces gordos del narcotráfico. Los policías no son clarividentes con “bola de cristal”, todas las operaciones u operativos se lo realiza recabando «información de los denominados informantes» los mismos que comunican de quienes son las factorías, las fábricas, las avionetas, pero solo aprehenden a los de seguridad, a los “pisacoca”, a los cuidadores, tampoco se conoce los decomisos definitivos de estos bienes, solo muestran a la prensa con gran sensacionalismo a puros «cunumis» (como los denominan en el oriente) quiénes aparentemente no saben para quienes trabajan, y que en la práctica son las propias autoridades las que regulan el negocio de las drogas y actúan como cómplices de los narcotraficantes.

Las operaciones contra el narcotráfico en las zonas inhóspitas en Santa Cruz, en el Beni, la connivencia entre políticos y delincuentes en el Chapare, las relaciones entre bandas de traficantes y las bandas de políticos narcos en función de gobierno solo son algunos de los ejemplos que los medios de comunicación nos inducen a pensar de esta guerra entre las bandas oficialistas de narcotraficantes para controlar sus áreas geográficas de operaciones. De ahí se desprende que el Chapare funciona como territorio liberado cuyo presidente es Dn. Evo Morales. Los vecinos conocen la existencia de esta relación entre la policía, los políticos y los delincuentes, pero esto no significa que se queden de brazos cruzados.

J. Waldo Panozo Meneces

Policía – Politólogo