MAS-IPSP: DE ORGANIZACIÓN POLÍTICA A ORGANIZACIÓN CRIMINAL
Interpretando a Duverger y Sartori los partidos políticos juegan un papel importante para garantizar el funcionamiento de las instituciones de poder, ya que prevén la existencia de instituciones constitucionales y dan cierta estabilidad a las instituciones políticas, por lo que debe concluirse que la actividad de los partidos está indisolublemente vinculada a la vida política del país.
Las características principales de un partido político, son: El partido político es portador de una determinada ideología, o al menos formula una orientación específica de la visión del mundo y el hombre; Es una asociación relativamente a largo plazo, es decir una organización con una estructura específica y una dimensión territorial (nacional, regional, local y, algunas veces internacional); El objetivo es conquistar el poder, participando en elecciones democráticas junto con otros partidos políticos; cada partido político busca asegurar el apoyo de la gente, desde la inclusión de sus miembros hasta la formación de un amplio grupo de simpatizantes.
El MAS-IPSP no era, ni es un partido político. El MAS-IPSP fue una corporación política de amplia gama. Este episodio se complementa con otro hecho ocurrido a partir del ascenso al poder en el año 2006. Por entonces, la opinión pública conoció detalles de los socios de quienes la componían, como se sabía de personas que tenían formación con los ETA de España, Zapatistas de México, las FARC y ELN de Colombia, resabios de Sendero Luminoso del Perú y etc. etc., pero sujetos de los más importantes reductos subversivos dedicados a la elaboración de material propagandístico del izquierdismo extremista.
La variedad de socios que se aliaron al MAS-IPSP demuestra que es un centro neurálgico de la delincuencia subversiva. En la criminología moderna, “el concepto de crimen organizado incluye” la presencia de una estructura interna estable de asociaciones criminales que conspiran con representantes corruptos del gobierno, la administración, las instituciones y las empresas, utilizando métodos de violencia e intimidación (en algunos casos, conspiran con otras asociaciones criminales), estableciendo su control sobre varias esferas de actividad ilegal y ejercerlo sobre una base potencial para obtener ingresos significativos.
Así como la creación de una asociación de organizadores, líderes u otros representantes de grupos organizados para desarrollar planes y condiciones para cometer delitos graves contaminados con el narcotráfico, el contrabando y la corrupción. A la luz de todos los acontecimientos que se vienen desarrollando en el país, la conclusión parece evidente: la subversión afronta actualmente los más duros reveses desde que el MAS-IPSP se convirtió en un flagelo social. Seguramente, esas últimas victorias de las fuerzas de seguridad preanuncian un triunfo definitivo que no puede ya estar demasiado lejano. Por lo demás, éste es el más íntimo anhelo de una comunidad que jamás concedió apoyo a los agentes del odio y que taxativamente repudió toda forma de violencia y la implementación de un gobierno totalitario.
J. Waldo Panozo Meneces
Policía – Politólogo