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DESPIERTA BOLIVIA…

En las Ciencias Sociales y la Sociología, la anomia se refiere a la falta de normas o convenciones sociales, o su degradación como resultado de una serie de factores. El sociólogo francés Emile Durkheim consideró que la naturaleza humana necesitaba una autoridad que pusiera límites (normas, convenciones) a sus pasiones y deseos, ya que su ausencia podía volverse destructiva para el propio individuo.

Algunos políticos tiranos siguen machacando para perforar de cualquier forma la “Ley Orgánica de la Policía Boliviana” (L.O.P.B.), para tener a su cargo una policía para que puedan luchar mejor contra quienes piensan diferente y garantizar la seguridad de las actividades del crimen internacional disfrazado con el slogan de Grupo de Puebla. Puesto que con la actual L.O.P.B. no es posible, porque la C.P.E. y la L.O.P.B. lo declara pilar fundamental del Estado y la dependencia administrativa por los gobiernos de turno. La inconsistencia de especificar e incorporar al ministro de gobierno al Estado Mayor policial es para nosotros más que evidente. Recuerden, lo ocurrido en noviembre de 2019 cuando las huestes MASistas destruyeron y quemaron algunas instalaciones policiales.

¿Por qué en los años donde todos se llenan la boca de respeto a las libertades y a la democracia no hemos de poder desplegar más fructíferamente aun nuestro respaldo a nuestra Policía? No nos mezclemos en los asuntos interiores de los político-partidistas, sin embargo, que estos sujetos no nos impongan a nadie nuestras ideas y opiniones, reconozcamos que toda la sociedad tiene el derecho a vivir tal y como ellos desean. ¿Acaso hay quien no le convenga este enfoque? Pues eso es precisamente la defensa a la L.O.P.B., la cual presupone también que las autoridades subnacionales y los políticos resuelvan por la vía del respeto a la institucionalidad y no por medio del rodillo parlamentario oficialista. Claro está que para ello no se pueden soslayar los compromisos del actual comandante y los comandantes departamentales de Policía, pero esos compromisos son de aquellos que están regalando una institución benemérita de la Patria a las garras de los políticos y sin dar lucha, sin exigir que el gobierno cumpla con el respeto a la Constitución, la Ley Marco de Autonomías y la Ley de Seguridad Ciudadana para que no afecte a las bases filosóficas del servicio a la sociedad.

Lo raro es precioso. Ahora, aquí está la gran familia de la ética, la moral y la deontología, se une. No para sentarse a un banquete, ni siquiera para unirse a una pequeña fiesta, sino para asegurar el ideal de humanidad que impulsa los valores morales de la democracia cuyo horizonte planetario con el MAS se ha oscurecido. Apaciguar los tormentos éticos que generan autoridades con serias denuncias de corrupción exige todo el conocimiento científico. La vida humana y el orden social están en peligro. Todos lo entendieron bien. Ante los trucos mortales del ex Foro de Sao Paulo; hoy Grupo de Puebla, la solución será colectiva o no lo será. Redescubrir la función constitucional de la Policía en la sociedad supone solidaridad ciudadana.

La ética de las personas se basa en la conciencia individual de pertenencia a la vida social que es por esencia colectiva. Más que una guía moral, la conciencia individual articulada a las reglas elementales de la convivencia, es el único manual de usuario accesible a todos para combatir sin descanso el virus del MAS compuesto por sujetos descalificados y mentirosos. Superar esta horda de politiqueros supone respetar principios de los que la mayoría de nosotros, en otros tiempos, nos libramos fácilmente o de los que nos hemos emancipado. Pero esto ya no funciona. Y es serio. Es una cuestión de vida o muerte.

J. Waldo Panozo Meneces

Policía – Politólogo