Lo ilegal establece su territorio en el Estado Plurinacional
Los temas de la moral y la ética en el Estado Plurinacional son temas preocupantes en la relación entre el ciudadano y el Estado, es decir, el poder del Estado y el gobierno. La credibilidad ante el Estado y el sentido de la justicia es un requisito previo para un Estado de derecho. En Bolivia, si bien en teoría existen disposiciones constitucionales, como la separación de los Órganos del Estado, en la práctica, sin embargo, desde el año 2006, y el actual presidente del Estado, se podría afirmar que tiene todos los poderes indivisiblemente, tal cual nombra y controla a los ministros, y en consecuencia el mecanismo estatal y “en parte” los miembros de la mayoría en la Asamblea Plurinacional.
A partir de estas relaciones, se crea un clima de función extrainstitucional del proceso político, en un entorno de fondo, que literalmente “allana” el terreno para el rehén catalizador del personal político en la administración del Estado que se ve afectado en el nivel de corrupción del espacio público, ya que el ejecutivo del mecanismo estatal distingue en el cargo que ocupa, cada vez más su bonanza personal, como resultado de lo cual cede a favor de los intereses que están circulando.
A partir de ello se crea un congelador “normativo” que permite el incremento de los delitos de narcotráfico, contrabando, asesinatos, homicidios, abortos, pedofilias, violaciones, trata y tráfico de personas, atracos, asaltos, hurtos, robos, extorsiones, estafas, apropiaciones indebidas, manipulación informática y otros. Que son inherentes de la administración de nuestro sistema político y por lo tanto crea en cierto sentido una relativa fragilidad del sistema de gobierno y del mecanismo estatal.
Lo anterior, en mi opinión, sugiere que manteniendo el sistema como está, cualquier medida cautelar no conduce a la eliminación de lo anterior, sino probablemente a una mera naturaleza para favorecer a las organizaciones criminales que amenazan con el bloqueo de carreteras por los denominados “chuteros”, la exigencia de más seguridad de quienes se dedican al cambio ilegal de moneda (librecambistas) y así dentro de poco tendremos federaciones de narcotraficantes, de “choros”, ramas afines, y etc. etc.
Por tanto, cualquier intención para combatir el crimen y la corrupción se basa en la moral y, en segundo lugar, en la política. Y el enfoque moral de la corrupción es un sistema de reglas de conducta que consiste, por un lado, en el reconocimiento de que el hombre es por naturaleza un ser moral. Y, por otro lado, que la observancia de la regla moral radica en el autocompromiso del responsable.
Si lo ilegal es realmente consustancial con el “Proceso de Cambio” y su principio del “vivir bien”, si se inserta sistemáticamente en el espacio político y económico “oficial”, entonces las actividades de tráfico que operan hoy en Bolivia, como en otras partes, manifiestan la apariencia de un nuevo tipo de acumulación tanto del Estado como de las organizaciones criminales junto al Estado (pero no en su contra). Por lo tanto, lejos de traducir un estado de anomia, este flujo de actividades de tráfico contribuye, por el contrario, a la inserción de Bolivia en una geopolítica internacional del delincuente y, en última instancia, a dibujar un tipo de Estado que, más allá de sus formas locales específicas, se acerca a un modelo de Estado paralelo.
Personalmente, espero medidas y procedimientos de control inmediatos de las instituciones nacionales, NO involucrados en ningún interés de complicidad político partidista.
J. Waldo Panozo Meneces
Policía – Politólogo