Lo difícil de ser policía en el régimen del MAS-IPSP
¿dictadura cocalera o tiranía del crimen organizado?
Los policías se convirtieron en testigos —cómplices— de los fraudes en las elecciones presidenciales y el referéndum del «21-F», las protestas públicas masivas, la supresión de este movimiento no violento por parte de las fuerzas militares, policiales, paramilitares y —milicias—, el establecimiento de una atmósfera policial y de persecución en todo el país para proteger el «Proceso de Cambio» que también fue aprovechado por los generales y algunos coroneles por intereses particulares que van en contra de la misión constitucional, ahora estamos divagando en que si ¿Estamos en un gobierno democrático? O si el gobierno puede ser llamado una dictadura o un estado policial ¿Las nuevas elecciones serán la continuación de la dictadura cocalera o de la tiranía del crimen organizado?
Como producto de las dictaduras durante muchos años el tema “Derechos Humanos” fue considerado opuesto a la “Seguridad Pública” y su manipulación del aparato policial, este viejo paradigma maniqueo dividió a la sociedad y a la policía, como si esta última no fuera parte de la primera. En Bolivia los policías y los ciudadanos llevamos más de una década construyendo un falso ‘Estado Plurinacional’ con tres tipos de democracia en plena parálisis paradigmática de los “partidos políticos con dueños o gerentes”, representan un fuerte impedimento a la alianza para la construcción de una sociedad más civilizada.
Nos será difícil acercar a la policía a los “nuevos actores políticos”, pese al revés recibido de la ciudadanía luego de la revolución inconclusa de ‘octubre 2019’ dejándolos desamparados a su suerte y encarcelados. Pues ahora es una tarea impostergable para que podamos vivir, en el mediano plazo, en una sola nacionalidad que respire una “cultura de ciudadanía libre”. Para que esto ocurra, es necesario que todos los bolivianos, desarmemos los “extremismos ideológicos” de las que nos rodeamos, inicialmente, con razón, para defendernos de la policía, y que ahora nos impiden acercarnos. Este desacuerdo dejó marcas traumáticas durante estos casi cinco años, así como la acción del “buen policía” siempre será recordada con satisfacción y alivio.
Esta misma “visibilidad moral” de la policía es el argumento más fuerte para convencerlos de su “responsabilidad paternal” (aunque no paternalista) sobre toda la sociedad. Garantizar la seguridad personal y de los bienes es, por tanto, ante todo dar ejemplo de conducta fuertemente basada en principios. En el extremo opuesto, el servilismo de los jerarcas de la policía ante los políticos es también un mal que demuestra el abandono al personal subalterno, además de enredar toda la función policial en las redes de la politiquería y del crimen organizado.
Es necesario liberar a la Policía de las garras de los políticos para el cumplimiento de la misión constitucional, para que nuevamente sean custodios de las libertades expresadas en los Derechos Humanos, revirtiendo la situación de descrédito social. Los nuevos actores políticos que aún no han descubierto la fuerza y la importancia de la Policía como agente de transformación deben abrirse urgentemente a esto, de lo contrario, aferrándose a viejos paradigmas, perderán la acción impactante de este actor social.
J. Waldo Panozo Meneces
Policía – Politólogo