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El ocaso de las instituciones de garantías del ciudadano

Es una de las tantas preocupaciones que tenemos los bolivianos ante los permanentes fracasos de dialogo con el gobierno. Fuera de cualquier lógica de la teoría de los conflictos, fracasos que afectan profundamente. Es ahí donde debemos preguntarnos: las instituciones de defensa como Defensor del Pueblo y Asamblea Permanente de Derechos Humanos ¿cumplen la función para las que fueron creadas? O, son también ¿un saludo a la bandera? Todas las instituciones como la ONU y la OEA fueron creadas después de la Segunda Guerra Mundial, ya cumplieron su ciclo, estamos en otro Orden Mundial. Además el narcotráfico, el contrabando el tráfico de armas y la trata y tráfico, han horadado todo sistema de seguridad en el mundo.

Pero disimular los fracasos del sistema se hace cada día más difícil, cuando no imposible… y como índice acusador están las ultimas que vivimos en Bolivia, como el de la UMSS y COMCIPO que ninguna institución gubernamental, ni de garantías ciudadanas solucionaron el problema. Es más estas instituciones se parcializan con quienes demuestran mayor poder y violencia, dejando los problemas a merced del bandolerismo, porque los ánimos de las partes en conflicto se van caldeando.

La causa de todo esto es que el sistema no ha dado resultado, y quizás, esté condenado a no darlos. ¿Por qué? En pocas palabras, la corporación política en función de gobierno ha maximizado las libertades de sus socios y minimizado el poder del Estado, además del centralismo. En el último año, el gobierno parece haberlo comprendido así, pero el modelo que avanza en el “Proceso de Cambio” está diseñado con tal inflexibilidad, para alcanzar el poder total, que se dificulta implantar variaciones que resulten en cambios significativos. Mientras, la desesperanza va minando al pueblo, y se produce con ello una serie de fenómenos, como el quebrantamiento de la moral, la dignidad; y el desarrollo de un valiente, casi suicida, movimiento disidente.

Aunque los discursos gubernamentales son de unidad, ni aun en el campo profesional se hace realidad la tan pregonada “igualdad plurinacional”. La discriminación de los oficialistas con el resto de profesionales apolíticos son enormes —disfrutan relativamente altos salarios y privilegios— porque las desigualdades comienzan desde el momento de las convocatorias públicas y ellos dan la apariencia de ser los más inteligentes, y los de mejor curriculum (esto incluye la militancia política) para obtener algún trabajo en la administración del Estado, de las Gobernaciones y Municipios.

Se privilegia la militancia política, las relaciones e, inclusive, el soborno. Y como los miembros de esta nueva élite pueden lograr para sus hijos oportunidades de becas de educación y posiciones de importancia, esta vida privilegiada, es en la práctica, transmitida de generación a generación… al igual que en los países occidentales se heredaban los títulos de nobleza. Para avanzar se necesitan influencias, relaciones, lo que en la Bolivia Plurinacional llaman hermanos y que con típico humor criollo, se conoce como “socio-lismo”.Y está, claro, está creciendo entre las personas cultas los que disienten y alzan sus voces; y los que, en silencio, simplemente rezan. La mayoría, extrañan a aquellos antiguos periodistas éticos e imparciales que narraban noticias verídicas, ahora tienden a mirar a los periodistas con irónica incredulidad. Pero lo cierto es que la Bolivia Pluricultural confronta hoy en día problemas de orden social y las instituciones de garantías del ciudadano que, lejos de mejorar la vida cotidiana de sus ciudadanos, en esta década, las están convirtiendo en una cadena de vicisitudes y desesperanzas. ¡No funcionan las instituciones de garantías del ciudadano!
Waldo Panozo Meneces

Politólogo; Docente Universitario

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